Dear Friends in Christ,
We live in a culture filled with raucous noise. In the midst of so many voices and so much noise all around us, can we still pick out the voice of Christ saying, “I am the good shepherd?”
Jesus is the Shepherd, but also the gate of the sheepfold: the word “gate” implies an entrance. In a word full of urgent, existential questions, Jesus is the answer that gives meaning to our existence, the teacher that teaches us authentic truth. He is the only gate that leads to happiness and life. “He who enters through me will be saved,” he says so clearly. To enter by this door means much more than passively holding our baptismal certificate, the sacrament signifying our entrance in the church; it means hearing his voice and following him.
Today’s world needs the Good Shepherd: This world needs his presence, his love, and his care, for so many have gone astray. There are plenty of mercenaries among the sheep, looking for money and seeking their personal interests. There are plenty of wolves making irreparable breaches between children and adults through television and our “smartphones.” The media are often full of senseless garbage and raw sewage, fighting against true values, with no sign of truth or life. We encounter wolves of corruption, laws that pervert the truth, politicians aggressively advancing a culture of death. Now more than ever we must pray the psalm, “The Lord is my shepherd, there is nothing I shall want. Even though I pass through a dark valley, I have no fear.”
Jesus knows each of us by name, as a shepherd knows his sheep: He knows each and every one of us, and he knows us in the biblical sense: knowledge of the heart. “With eternal love I have loved you.” We are not just a mere number for God; we have a first and last name, we are a son or daughter. We are not alone in this world; there is someone who is always thinking of us, who always loves us and looks at us and lives for us. Saint John of Avila was right to say, “His eyes are upon his sheep. His heart as well. They all look at Him, and He gazes at them.”
As Catholics, the celebration of the Eucharist is truly when we “hear his voice.” There we pay attention to his words and are nourished by his Body and Blood, when He, the Good Shepherd, “gives us eternal life.” Are we truly “good sheep”, good disciples of Christ who have a vital and personal relationship with him? Do we not only believe in him, but follow and imitate him? He came that we might have life and have it more abundantly.
All the best…in Christ, Father Wilson
Queridos amigos en Cristo,
Vivimos en una cultura bulliciosa. En medio de tantas voces y tanto ruido a nuestro alrededor, ¿podemos seguir escuchando la voz de Cristo que dice: “Yo soy el buen pastor”?
Jesús es el Pastor, pero también la puerta del redil: la palabra “puerta” implica una entrada. En un mundo lleno de urgentes preguntas existenciales, Jesús es la respuesta que da sentido a nuestra existencia, el maestro que nos enseña la auténtica verdad. Él es la única puerta que conduce a la felicidad ya la vida. “Si alguno entra por mí, será salvo”, dice tan claramente. Entrar por esta puerta significa mucho más que sostener pasivamente nuestro certificado de bautismo, el sacramento que significa nuestra entrada en la iglesia; significa escuchar su voz y seguirlo.
El mundo de hoy necesita del Buen Pastor: Este mundo necesita de su presencia, de su amor y de su cuidado, pues tantos se han descarriado. Hay un montón de mercenarios entre las ovejas, en busca de dinero y sus intereses personales. Hay muchos lobos haciendo brechas irreparables entre niños y adultos a través de la televisión y nuestros “teléfonos inteligentes”. Los medios de comunicación a menudo están llenos de basura sin sentido y aguas negras sin tratar, que luchan contra los valores verdaderos, sin ningún signo de verdad o vida. Nos encontramos con lobos de corrupción, leyes que pervierten la verdad, políticos que promueven agresivamente una cultura de muerte. Ahora más que nunca debemos rezar el salmo, “el Señor es mi pastor, nada me falta. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo.”.
Jesús nos conoce a cada uno por nuestro nombre, como el pastor conoce a sus ovejas: nos conoce a todos y cada uno de nosotros, y nos conoce en el sentido bíblico: conocimiento del corazón. “Con amor eterno te he amado.” No somos solo un mero número para Dios; tenemos nombre y apellido, somos hijo o hija. No estamos solos en este mundo; hay alguien que siempre está pensando en nosotros, que siempre nos ama y nos mira y vive para nosotros. San Juan de Ávila tenía razón al decir: “Sus ojos están sobre sus ovejas. Su corazón también. Todos lo miran, y Él los mira a ellos”.
Como católicos, la celebración de la Eucaristía es verdaderamente cuando “escuchamos su voz”. Allí prestamos atención a sus palabras y nos alimentamos de su Cuerpo y Sangre, cuando Él, el Buen Pastor, “nos da la vida eterna”. ¿Somos verdaderamente “buenas ovejas”, buenos discípulos de Cristo que tienen una relación vital y personal con él? ¿No sólo creemos en Él, sino que lo seguimos e imitamos? Él vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Todo lo mejor... en Cristo,
Padre Wilson
BACK TO LIST